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martes, 9 de julio de 2013

"Manual para machotes de verdad" 3ª Entrega.


Ahora sí que la hemos liado. Tras la última aventura de nuestro amigo, la cosa se ha puesto un poco fea. La policía se presentó en su casa a las 03.05 de la madrugada para detenerlo por escándalo público, exhibicionismo e intento de agresión sexual. En comisaria le han ofrecido hacer una llamada, pero como el pobre no se acordaba del número telefónico de casa, ha optado por enviarme un correo electrónico. Además de lo que ya he contado, esto es lo que le ha sucedido:

Mi querido amigo,

Estoy comenzando a pensar que soy un adelantado a mi tiempo, y por ende un incomprendido. Esta sociedad de desquiciados me ha condenado a la mazmorra por el simple hecho de poseer una información que no quieren que un cerebro privilegiado como el mío tenga. Como ya les relaté lo ocurrido en mi último intento de llevar a la práctica el manual del machote, seguro que usted comprenderá que no he hecho nada para merecer este injurioso trato.

Lo que más me molesta de esta situación, es la depravada imagen que de mí pretenden transmitir estos señores que tan poco gusto tienen para vestir, todos con el mismo ping en la solapa, ¡qué horteras!. Por lo demás, aquí no se está mal. Siempre hay alguien que viene a darme conversación. Para que no me aburra, me llevan a una habitación muy tranquilita en la que siempre tienen la deferencia de dejarme sentar frente a un espejo enorme, y ahí, entran a charlar conmigo unos señores muy atentos que se interesan mucho por mi vida privada. ¡Son más majos!

De vuelta a mi habitación, o como ellos lo llaman, celda, la cosa se complica un poco. El cuarto que me han asignado está muy bien, de eso no me quejo. Tiene mucha ventilación. Hasta se han molestado en quitar una de las paredes para poner una enorme rejilla estilo Luis XV, XVI o incluso de mayor graduación, no me sé muy bien la escala de valores en Luises. Lo que no me gusta tanto es el compañero de cuarto que me ha tocado. Es un señor muy peludo y gordo que me mira raro. Sonríe extrañamente cuando me desvisto para ponerme el pijama, cuando me siento en la taza del wáter para hacer mis cosas matutinas o cuando hago mis ejercicios antes de ir a dormir, mis tres abdominales no las perdono nunca. Además es muy despistado, ya le he sorprendido dos veces rebuscando entre mis sábanas mientras dormía. ¡¡Pobre hombre, a saber qué habrá perdido!!

Tampoco es de los mejores hoteles donde he estado, no te vayas a pensar. He pedido cambiar de dormitorio, incluso pagando suplemento si me dan uno con mejores vistas, y por el momento ni caso. Debe de estar todo completo, lógico teniendo en cuenta que estamos en pleno verano.

La comida merece mención aparte. Teniendo en cuenta que no me dejan pagar nada, no quiero quejarme mucho, pero la cubertería… un desastre, y el servicio de camareros y cocina…uffff. Tienen que mejorar mucho, francamente.

Quiero también destacar la camaradería que se vive aquí entre todos los huéspedes. Nunca me había pasado algo así. Las muestras de cariño entre nosotros son continuas, especialmente en el momento del aseo, donde apenas te descuidas un momento y ya tienes a alguien abrazándote. ¡ Qué gente tan cariñosa!, no tengo palabras para describirlo. Acabo de llegar y ya me han acogido con los brazos abiertos. Lo confieso, aquí me siento querido.

Pero como la alegría dura poco en la casa del pobre, o al menos eso me dice mi madre muchas veces mientras me rebusca piojillos en el pelo (a ella le encanta presumir de saberse muchos refranes, aunque yo creo que se los inventa porque no les veo sentido a la mayoría de ellos, como ese que dice “entre col y col una lechuga”…??? ¿Eso qué es?¿Sanscrito?... ), pues como iba diciendo, la alegría dura poco, y esta semana me llevan ya a visitar al juez. No es que me desagrade la idea, a mi me encanta ir de visita, pero siempre me gusta llevar algo y aquí no hay mucho donde comprar. El caso es que, según me han contado los señores del ping, seguramente me echarán de allí en uno o dos días, aunque, según me ha confesado unos de ellos, muy cariñoso tan bien el muchacho, por él me quedaba allí eternamente.

Qué pena, pero que gran recuerdo me llevo de esta gente.

P.D: Lo he estado pensando, y ya que me han detenido delante de todos mis vecinos, no me importa que se sepa mi nombre. Me llamo Conflictivo Zángano, de los Zánganos de “Villaperdida del Fondo”. Una apellido distinguido al que trato de insuflar valía en todos los actos de mi vida.

Atentamente.
Conflictivo Z.


Continuará… (o no)

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