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viernes, 12 de julio de 2013

"Manual para machotes de verdad" 5ª Entrega. Especial Fin de Semana



Una vez más, el remedio fue peor que la enfermedad. La vuelta a casa de Conflictivo solo ha servido para ahondar un poco más en la espiral de locura en la que parece haber entrado. Desde aquí, aprovechando el canal comunicativo que hemos abierto y por el extraño cariño que te estoy cogiendo, te ruego amigo Conflictivo que te moderes un poco. Quizá deberías de empezar a dudar si aplicar ese manual para machotes que mencionas, es lo mejor para ti. Un abrazo. Quino M.
La misiva de hoy dice así:

Mi apreciadísimo amigo y editor,

Como te contaba al final de mi última carta, me propuse ponerme manos a la obra con el capítulo titulado “Cuando dicen No quieren decir SI, porque en el fondo son todas unas putas”. El título ya se muestra revelador ante una gran verdad que explica de forma sencilla ese comportamiento lunático que tienen las mujeres. Era el momento de comprobar empíricamente los datos.

Tanto tiempo creyéndome humillado por mis compañeras de trabajo, y ahora resulta que las muy zorrillas estaban en realidad coqueteando conmigo. Lo confieso, no lo había captado. No estoy avezado en el lenguaje femenino, y pensé que cuando me mandaban al cuerno al proponerles una cita,  expresaban todo el asco que les producía la idea. Ahora ya sé que no es así, y es hora de remediarlo.

Camino de la empresa donde trabajo, y a la que he faltado,  sin avisar,  unos días por el problemilla del juicio, me topé con un grupito de jovenzuelos con camisetas blancas y pañuelos amarillos anudados al cuello. Se dirigieron a mí para ofrecerme unos panfletos con mucha amabilidad.

-         Hola, ¿Puedo preguntarle su nombre? –me dijo uno de los muchachos-
-         Pues claro, si sabe hablar estoy seguro de que podrá. –le repliqué ante su extraña pregunta-
-         Ah…ya… bueno, verá,  yo me llamo Jesús del Campo y estoy aquí junto a mis compañeros para expandir la palabra de Dios.
-         ¡Vaya!,,, y ¿Cómo se hace eso?, ¿escribís la palabra en una goma y tiráis uno de cada lado? – pregunté abiertamente intrigado-
-         (tras un silencio inquietante con los ojos como platos) ..Bueno, tome, que tenga un buen día.

Me entregó unos papelitos en los que pude ver unas fotografías del señor de pelo largo ese al que unos romanos obligaban a llevar unos palos. Yo ya había visto algo de la película el otro día en el cine, y como aún no estaba muy lejos, y ya que había sido tan amable conmigo, quise advertirle para que no perdiera el tiempo ni el dinero.

-         Ehh, Jesús. Créeme, esta historia es una mierda. Es aburrida y no cumple con lo que promete. Dedica tu tiempo a otra cosa porque esto produce arcadas.

Qué menos que un simple “gracias” ante mi advertencia. Pues no, claramente enfadado se marchó corriendo lejos de mí. Al llegar junto a sus amigos, estos le abrazaban como si estuvieran consolándolo. Supuse entonces que se llevaba comisión por cada espectador que se llevará al cine, y que mi negativa, aunque correctamente argumentada, le había dejado deprimido. Me dio lastimica, pero este mundo es para valientes, y el tal Jesús era un poco nenaza.

Me detuve unos minutos para tomar un café con tostadas y churros en una terraza, iba con tiempo, mi horario laboral comenzaba a las diez y apenas eran las once y cuarto. Tres cuartos de hora después, pude ver como un grupo muy amplio de chavales con pañuelo amarillo entraban en un edificio con puertas de madera. Entre ellos pude reconocer al chico de antes. De la masa se separaron dos chavales que vinieron hasta donde yo estaba. Antes de poder reaccionar, me habían colocado una pegatina en mi camiseta de tirantes, junto a la corbata. Al despegarla pude leer un mensaje: “Jesús Te Ama”.

Ahora lo entendía todo. El tal Jesús no estaba decepcionado por perder una comisión, sino que se había enamorado de mí. Por eso clavaba su mirada tan fijamente mientras yo le hablaba. Lo entiendo, es normal, mi madre, siendo yo niño,  ya me decía lo guapo que era, aunque llevará décadas sin repetirlo. Pero sintiéndolo mucho yo no soy  Gary, como esos de las carrozas. Tenía que sacar al chico de su error, y me dirigí corriendo al edificio donde acababa de entrar.

Al abrir la puerta un extraño olor a quemado y una sospechosa luz tenue me recibieron. Estaba sudadito por la carrera, así que aproveché el lavabo de la entrada para refrescarme. Era un poco raro, no tenía grifo ni tapón, pero había agua y a mi me valía para enjuagarme los sobacos y la cara.

Algo pasó mientras tanto, pues un murmullo se extendió por todo el lugar y al terminar de secarme con la falda de la estatua de una señora que lloraba (que mal gusto para la decoración), todos me miraban. Busqué con la mirada a Jesús, pero como no lo veía, me dirigí al fondo de la sala. Afortunadamente había un micrófono sobre un escenario de mármol (deduje entonces que era un teatro) y lo aproveché.

-         Si, uno, dos, uno, dos… - tras comprobar que estaba conectado pude explayarme-
-         Jesús, no te escondas. Yo sé que estás aquí, pero aunque tu me ames yo no puedo corresponderte. A mi los penes no me gustan… bueno el mío sí, pero eso es distinto…
La sala comenzó a alterarse. La gente se levantaba de los bancos (por cierto, que teatro tan incomodo) y gesticulaba violentamente. Yo no quería dejar mal al muchacho, así que proseguí.

-         Jesús no pasa nada. Tu no eres normal, estás enfermo pero seguro que puedes curarte con una buena terapia de electroshock…

Fue entonces cuando un señor con un camisón blanco y una bufanda morada salió de un lateral y me propinó un fuerte golpe en la cabeza con una linterna analógica enorme, de esas que hay que encender con un mechero.

Desperté en la calle, curiosamente junto al edificio donde trabajo. Alguien de la secta esa debió leer la dirección en la tarjeta de entrada que portaba en mi cartera y me dejó allí. Afortunadamente eran las dos y cinco, todavía llegaba a tiempo al trabajo.

Animales en San Fermín



Sé que a más de uno no le voy a convencer, pero me lo vais a permitir. Hoy voy a enfundarme el turbante y a escribir unas líneas a ritmo de mantra.

Desde el punto de vista tradicional de la espiritualidad asiática, por ejemplo en la india, el ser humano se compone de varios cuerpos. El físico es uno de ellos, el mental es otro y el energético otro más. No son completamente independientes, interactúan y se necesitan para sobrevivir. En todos ellos es necesario el equilibrio, ya que de no ser así, es decir, de estar desequilibrado uno de los cuerpos, el resto se ve afectado. Las enfermedades son el resultado de la falta de armonía en uno o varios de los cuerpos. De hecho, en realidad no existen las enfermedades, sino la enfermedad, o sea el desequilibrio.

El cuerpo energético tiene mucho que explicar, pero me voy a centrar en algo de lo que seguro han oído hablar alguna vez: los chacras. Estos son los centros de energía del cuerpo, y son muchos, pero fundamentalmente hablamos de siete grandes chacras.

Un ser en estado activo de evolución comenzará a desarrollas sus chacras desde abajo hasta arriba. Como en todo, hasta arriba solo llegan los mejores, los más evolucionados, los más valientes y los que más han trabajado. Aún así, conste que no todos los que trabajen, se esfuercen y se atrevan llegarán hasta el final. Depende de tu capacidad, de tu karma y de otros misterios en los que no vamos a entrar.

Pero volviendo a la visión general del cuerpo energético, podemos decir que para llegar al corazón (4º chacra y  comienzo de tu verdadero ser) primero hay que desarrollar los chacras inferiores. Y es aquí donde quería llegar.

Las imágenes aparecidas en los medios de comunicación en referencia a la celebración de los San Fermines 2013 me han sobrecogido. Ver una estampa de bacanal en el siglo XXI en la que no se sabe muy bien si hay pura diversión o intento de agresión, me deja una extraña sensación de mirar sin saber que es en realidad lo que estoy viendo. Si estuviera seguro de que todo lo allí ocurrido era consentido, pensaría que es una orgía a gran escala, y punto. Te gusta o no, participas o no, lo aplaudes o lo abucheas, pero nada más. Sin embargo, a mi no me queda claro que es lo que estaba ocurriendo en esa plaza. ¿Tengo derecho a sobarle las tetas a una chica que decide quitarse la ropa embriagada por la fiesta y algo más?, pues NO. ¿Y si no está borracha?, pues TAMPOCO.

No sé hasta que punto disfrutaron o sufrieron aquellas jóvenes la fiesta, pero todo esto me conduce hacia una imagen común: la de un numeroso grupo de seres anclados en su parte más baja, más animal, menos consciente.

No me malentiendan, no estoy en contra de la expresión sexual, privada o pública, todo lo contrario. Lo que me preocupa es ese dejarse llevar por el animal instintivo que todos somos. Negar tus instintos y necesidades es absurdo y contraproducente, como muestra ahí están las iglesias y su enfermiza costumbre de aplicar siempre la represión sexual para controlar al populacho. Pero no es el sexo en sí lo que les preocupa, sino la libertad. Llevados por un miedo profundo y enraizado a través de los siglos, intentan frenar la evolución del individuo. Están tan anclados en sus bajos fondos los “verdugos” como sus “victimas”.

Las iglesias, afortunadamente, han ido perdiendo poder sobre el pueblo con el paso de los últimos años en algunos países. Pero la semilla que han sembrado durante tanto tiempo continúa dando sus frutos. La aparente libertad que hemos adquirido es ficticia. Si el resultado de romper con la prohibición de hablar, ver o practicar sexo se ve traducida al espectáculo de Pamplona, es que no hemos evolucionado nada. Estamos dando vueltas sobre nuestra base. Si lo pensamos bien, es incluso peor. Antes nos cerraban la jaula para no escapar, ahora la puerta está entreabierta, pero no salimos.

La respuesta de un ser en crecimiento que consigue la libertad sexual (equilibrando su segundo chacra), es la de disfrutar del sexo, la de no escandalizarse por ver un cuerpo desnudo, la de ser creativo en sus relaciones y, por supuesto, la de no sentir el impulso irrefrenable de lanzarse sobre una jovencita que exhibe sus pechos en público.

Una cosa es admitir, aceptar y disfrutar tu parte animal, y otra bien distinta cómo la gestiones.

Es absurdo, inútil y dictatorial tratar de prohibir la pornografía o la prostitución, siempre y cuando esta se practique con consentimiento de ambas partes. Pero la libertad no consiste en eliminar esas prohibiciones, hay que ir más allá. Hay que romper con nuestras propias represiones. Como bien decía Osho, el Vaticano y Playboy son lo mismo. Se necesitan la una a la otra. Son la misma moneda represora con distinta cara. Quien alcanza la libertad sexual no necesita pornografía ni doctrinas morales porque vive el sexo.

El equilibrio es la respuesta. Pero no puedo darle más pistas, porque no sé más.

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