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sábado, 27 de julio de 2013

Ñan, Ñan , Ñan...



Tengo un amigo que dice que se ha vuelto vegetariano. Con lo animal que siempre ha sido, ahora resulta que el cerdo y la ternera no los puede ni ver;  eso sí, de pollo se pone hasta las trancas, porque como todo el mundo sabe, el pollo no es carne.

Al parecer el pollo nace de las polladas, que son ese tipo de árboles que los alcaldes hacen plantar en alguna plaza sin venir a cuento, y que cuando pasas a su lado dices aquello de "vaya pollada de árbol".

También se hincha de palitos de merluza, que al parecer no es pescado. Seguramente nacen del culo del capitán Pescanova, que digo yo que más que un ojal ha de tener un dado, a juzgar por la forma de sus famosas barritas.

Al principio pensé que mi amigo simplemente era imbécil, pero por lo que he venido observando no es el único. Quiero decir que no es el único que piensa así, no que no es el único imbécil, aunque esto también es cierto, pero ese es otro tema.
Como decía, muchas personas realizan una extraña clasificación alimentaria, basada en una mezcla de conceptos. Entre estos hay de todo: valor nutritivo, aporte calórico, necesidades nutricionales, cosas que he oído en la tele, me lo ha dicho mi vecina, “es mu güeno pa los güesos”… etc.

De esta forma, uno llega a plantarse ante la hornilla con tal mejunje en la cabeza que no sabe si comerse un pollo al chilindrón le beneficiará o le perjudicará. Llevados por el “saber” popular podríamos decir que es malo, ya que acaba en ON, y todos los alimentos cuyos nombres acaben así son por naturaleza perjudiciales. Por ejemplo: el salchichón, el pancetón (que es un trozo de panceta a lo bestia) y el bacón (la tilde es licencia poética para no romper la harmonía).

En este tiempo que nos ha tocado vivir, hemos pasado de la ignorancia por la carencia de información a la confusión total por el exceso de desinformación.

Esto no es una clase de nutrición sana, ni yo soy quien para impartirla, pero vamos a intentar aclarar algunas cosas.

Uno: El pollo, al igual que el pavo, es carne. Estuvo vivito y coleando hasta que alguien decidió darle matarile para posteriormente llevarlo a su mesa entero o descuartizado. Desconocemos si su muerte fue “dulce” o salvaje, pero si usted, como yo, es de los que piensa que todo lo que nos ocurre queda marcado de una u otra forma en el cuerpo, a saber lo que nos estamos metiendo en la boca.

Dos: Ponerle una hoja de lechuga a la hamburguesa no es comer verdura.  Sobre todo cuando el color verde de la lechuga se trasmuta al rojo anaranjado, llevado por esa mezcla de Kétchup y mostaza.

Tres: Las legumbres son un buen alimento, Sí, pero un potaje de garbanzos con su tocino, su morcillita, sus carnes varias y empujado todo ello con media barra de pan, es una bomba para su pobre estomaguito. Luego no se extrañe cuando comience a liberar sus armas de destrucción masiva por la retaguardia.

Cuatro: No es necesario comerse un primer plato, un segundo y un postre. Más aún acompañarlo de café y puro en la sobremesa. De hecho, lo mejor para su sistema digestivo es que se limite a comer una sola cosa, máximo dos, por ingesta. Si come lentejas, cómase dos platos si tiene mucha hambre, pero sólo lentejas.

Cinco (evite rimas, por favor): No existen alimentos que adelgazan. Existen cantidades adecuadas y alimentos adecuados para ayudar a su cuerpo a encontrar el equilibrio, que se traducirá en pérdida de peso si es que a usted le sobran kilos.

Seis: ¿Usted conduce?, ¿ha probado alguna vez a pisar el freno y el acelerador a la vez? Qué barbaridad, ¿verdad?. Pues eso es lo que usted hace cuando come más de lo que necesita, practica una vida sedentaria y toma pastillitas para adelgazar. Está llevando a su cuerpo a la locura, y lo quiera o no el cuerpo es generoso y lo comparte todo, lo bueno y lo malo.

Siete: El pescado también es carne. De río o mar, pero carne. Todos aquellos alimentos procedentes de animales aportan energía de segunda o tercera generación a nuestro cuerpo. El animal, por ejemplo, come verdura (primera generación, alto grado de energía) y tú te comes el animal (segunda generación, medio-bajo grado de energía). O mejor aún, el animal come pienso (realizado con miles de porquerías, entre ellas otros animales, es decir, segunda generación) y tú te comes el animal (tercera, o a saber, cuarta….generación).

Ocho, y última: Un consejo fácil que me dieron hace tiempo: Hay que darle al sistema digestivo el menor trabajo posible. Come una sola cosa por ingesta, no llenes del todo tu estomago, deja un poco para la expansión natural de los gases. La comida que mancha el plato, mancha el estomago, es decir, es más difícil de digerir.

Dicho todo esto solo me queda añadir una cosa. Yo no soy un ejemplo a seguir. Voy cambiando mi dieta y mi forma de comer muy poco a poco, pero me sigue encantando comer guarrerías. Pero lo importante, como en todo, es estar informado y actuar desde el conocimiento.



Pd. Este articulo lo escribí mientras comía algas fritas y tallarines en un chino. Lo sé, me gusta el riesgo. Por cierto, cuando vayan a un chino no pierdan la ocasión de pedir algas fritas. No sé si les gustará su sabor, pero la textura y el sonido que producen es fascinante. Es como comer en la selva.

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