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martes, 3 de diciembre de 2013

El ejecutor







Se le vino el mundo encima cuando, al abrir la puerta de su casa, encontró la nota tirada en el suelo. La recogió con la mayor naturalidad que pudo interpretar y se la metió en el bolsillo, restándole importancia ante sus hijos, convenciéndolos de que aquello no era más que un panfleto publicitario.  


Pasados ya más de dos meses desde el último encargo,  de alguna forma había comenzado a deshacerse de ese insoportable peso que se instaló en su pecho hace dos años. Justamente el día que decidió aceptar este tipo de trabajos.

Siempre que concluía un encargo, por más que cumpliese a rajatabla todos los preceptos indicados para no establecer ningún tipo de relación con su “cliente”, la culpa se las apañaba para burlar toda precaución, colándose en los ovillos de los sueños y de la imaginación, con los rostros suplicantes, moribundos e incrédulos de algunas de sus víctimas. Pero el tiempo, a paso lento y constante, parecía concederle una tregua tras haberse jurado a sí mismo que nunca más volvería a aceptar un trabajo así.



Caída la noche, una vez Morfeo se hizo cargo de los niños, se sentó frente al fuego de la chimenea del salón para fumar en pipa. Acto éste nada habitual en él, y que solo ejercía cuando la duda se le instalaba entre las cejas pidiendo rabiosa una decisión.


·         ¿Son ellos otra vez, verdad? –dijo la esposa a sus espaldas-

·         Ya lo sabes – respondió sin volverse, dejando la mirada clavada en la leña candente, como si de pronto fuese a aparecer la solución entre las brasas-

·         ¿y  qué piensas hacer?

·         Se nos está acabando el dinero, esto nos daría para dos meses más

·         Eso hace seis por año

Se volvió hacia ella con los ojos inyectados en sangre

·         ¡Ya lo sé! –gritó-

·         Shussss. Los niños duermen. –trató de calmarlo abrazándolo y mesándole  el abundante cabello cano- . No te estoy acusando de nada. En esto yo soy tan culpable como tú

·         ¿Tú?... Tú no tienes que ver sus caras…no tienes que luchar con tus manos para que ejecuten una orden que se niegan a obedecer… no pasas las noches construyendo excusas, razones para darle algún sentido a lo que hago

·         Esta casa, los colegios, los coches, las vacaciones, toda esa tecnología, la ropa cara, los miles de caprichos… ¿te parecen pocas razones?

·         No puedes entenderlo… nada de eso tiene valor cuando aprietas el gatillo. –se miró las manos- Con todo el dinero del mundo no podré comprar un jabón que lave esto

·         Vamos, vamos… siempre te pasa lo mismo antes de… ya sabes… además, ¿Qué les estás robando… un año, cinco…?

·         No lo sé… no lo sé, ¿pero, quien soy yo para robarles siquiera un día?

·         -ella le besó con suavidad en las mejillas y sujetándole la cabeza con ambas manos le dijo- el padre que da de comer a sus hijos



Al día siguiente acudió a la sucursal para recibir toda la información. Fotos, direcciones, datos sobre entradas y salidas. No necesitaba mucho porque en realidad sus “clientes” seguían una vida rutinaria, y eso facilitaba mucho el asunto. No era complicado trazar un plan que podía cumplirse casi al cien por cien sin elementos sorpresivos que pudieran arruinarlo todo. Es lo bueno de “trabajar” con los viejos, siempre hacen lo mismo.

Cuando tuvo todos los papeles sobre la mesa se quedo pensativo.


·         ¿Ocurre algo? –dijo el director-

·         No sé si quiero hacerlo

·         ¿Cómo has dicho?

·         He dicho, que no sé si quiero hacerlo

·         Nunca has tenido problema para ejecutar un trabajo. De hecho eres uno de los mejores con los que trabajamos, por eso cobras lo que cobras… ¿Qué te pasa, quieres más dinero?

·         No es eso

·         ¿cinco mil más?

·         ¡He dicho que no es eso, cojones!-dijo atrapando toda su ira en el puño y dejando éste caer sobre la mesa-

·         ¡silencio!..¿Qué coño te crees que estás haciendo?, ahí fuera hay gente ¿sabes?..

·         ¿futuras víctimas?

·          Vamos a ver, ¿alguna vez te he encargado que te ocupes de alguien que no haya amortizado de sobra su pensión?

·         No se trata de eso

·         No podemos permitirnos un país lleno de agujeros por donde el dinero solo sale… nos arruinaríamos todos, tú y tu familia también. En el fondo, si lo piensas bien, estás ayudando a tu país

·         Basta ya!- dijo cogiendo rápidamente todos los papeles y guardándolos en su bolsa-


Se dirigió a la puerta, la abrió y antes de salir dijo:

·         Escúchame bien. Esta será la última vez ¿te queda claro?, la última vez

·         Claro, como tú quieras  


Cerró la puerta y se marchó.


De camino al coche ojeó los documentos que le acababan de ser entregados. Como siempre hacía, memorizó los datos que necesitaba antes de deshacerse de todo papel que pudiera traerle problemas en el futuro. La vista, caprichosa y desobediente,  se le fue hacía las cristaleras del banco.  En ellas pudo ver un tierno anuncio. “Asegura tu futuro” rezaba el cartel en el que una pareja de jubilados jugaba entre sonrisas con sus nietos.


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